sábado, 6 de enero de 2018

Hijo amado, lavado y perfumado. Bautismo del Señor

Horarios de Misas
+ Aljaraque: Lunes a Domingos: 19,30 h. en NS de los Remedios.
Domingos: 12 h. en Iglesia de San Agustín
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+Bellavista:Lunes a sábados:19 h. Domingos:12,30 h.
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o+ CorralesDomingos y festivos: 11 h. Miércoles, jueves, sábados y víspera de fiesta: 18 h. 
Antes de perfumar, un buen lavado
En la fiesta del Bautismo del Señor se nos invita a entrar en la dinámica de la limpieza, del “lavado” para así obtener la fragancia única del Espíritu de Dios.
Nos viene bien sumergirnos en el agua que es la que regenera y nos da la vida. Vida para compartir en este inicio de año. Vida para esparcir y regar. Vida que se hace canto y que necesita de gente buena, como Juan el Bautista.
Así que amigos, un buen baño y luego a “perfumarse”. 

¡Muchas felicidades!

Dios, para poder dejarse ver y tocar, asumió en Jesús las dimensiones de un niño, de un ser humano como nosotros. Si la Navidad y la Epifanía sirven para abrirnos los ojos y el corazón al misterio de Dios, la fiesta del Bautismo de Jesús nos introduce en la cotidianidad de una relación personal con Él. El Bautismo es el puente que Jesús ha construido entre Él y nosotros. Es el camino por el que se hace accesible a nosotros. Y al mismo tiempo, la señal que indica el camino por recorrer de modo activo para sentirnos amados. La alegría que brota de la celebración de la Navidad, encuentra hoy cumplimiento en la fiesta del Bautismo del Señor. Siendo ya adulto, Jesús se bautiza porque quiere ponerse del lado de los pecadores haciéndose solidario con ellos. Expresa la cercanía de Dios para que éstos se sientan amados por Dios. Jesús comprende nuestra dificultad para convertirnos. Por eso se acerca. Él es capaz de levantarnos de nuevo.
Mi hijo amado. Bautismo del Señor. Ciclo B
Nos acercamos a Jesús y a Juan. Estamos con ellos en el Jordán, sumergidos en las aguas de nuestra humanidad. Al recibir con Cristo el bautismo, sentimos el Espíritu, que también nos hace madurar en la fe, que nos hace sentirnos hijos en el Hijo. Escuchamos la voz de Dios, que también nos ama, que también se complace en nosotros. Y ahora estamos listos para asumir su misión, para colaborar en la transformación de este mundo.


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