Basura y más basura, juguetes sin juguetero, niños con la niñez pendiendo de un hilo. Sonrisas en medio del desierto, supervivientes sin amenaza de tormenta, el alma a la venta.
Los asentamientos son ya repúblicas independientes no autoproclamadas, sino delimitadas con plástico, abandonadas a la desidia de quienes en ellos viven y de quien pasa por el arcén mirando de reojo algo que le alude, pero que no le llama. Es una de las realidades de exclusión más graves del país. Esta bata no me sirve, el pollo que se quema. Espera que me lavo las manos en un bombo de ácido reciclado. Y así la vida, en blanco y negro. Que no, que no es más allá, que eso está más acá, muy cerca, entre nosotros, eso sí, no mezclemos. Y no hablo de asentamientos de temporeros, sino de un ‘sinhogarismo’ crónico, de lo que se ha convertido en una forma de vida que no es vida, A todo esto hay voces que se pronuncian al grito de dignidad para estas personas, más de dos mil en nuestra provincia. Lo siento, el asistencialismo ya no es suficiente. Urge la acción.
Los asentamientos son ya repúblicas independientes no autoproclamadas, sino delimitadas con plástico, abandonadas a la desidia de quienes en ellos viven y de quien pasa por el arcén mirando de reojo algo que le alude, pero que no le llama. Es una de las realidades de exclusión más graves del país. Esta bata no me sirve, el pollo que se quema. Espera que me lavo las manos en un bombo de ácido reciclado. Y así la vida, en blanco y negro. Que no, que no es más allá, que eso está más acá, muy cerca, entre nosotros, eso sí, no mezclemos. Y no hablo de asentamientos de temporeros, sino de un ‘sinhogarismo’ crónico, de lo que se ha convertido en una forma de vida que no es vida, A todo esto hay voces que se pronuncian al grito de dignidad para estas personas, más de dos mil en nuestra provincia. Lo siento, el asistencialismo ya no es suficiente. Urge la acción.
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