La parroquia madrileña de San Fermín es una escalera al cielo. Lo que pasa es que los jóvenes que la habitan para sus encuentros todavía no lo saben. “Es un barrio donde la frialdad religiosa es alta y en donde no terminamos de encontrar unas vetas o puntos de sintonía. Aquí la gente ni está ni se la espera”, asegura su párroco Agustín Rodríguez Teso.
Esta parroquia, como las 22.999 que hay en España, no conoce más privilegios que el de poder servir a la comunidad que la rodea y, si quisieran expropiarla para dar un uso público a sus dependencias, se encontrarían con que hace tiempo que colectivos del barrio echan mano de ella porque es el único sitio en donde pueden encontrarse sin que les cobren. Y eso que, como también le sucede a tantas otras, le cuesta llegar a fin de mes.
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* Crece la conciencia de los fieles en la sostenibilidad de sus parroquias.* La parroquia debería parecerse más a una plaza.
Testimonio: De vocación, cura rural.
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