Agustín, santo Amigo

"Has herido mi corazón con tu Palabra y te he amado" (Confesiones. X, 6,8).

Tarde te amé”. Una de las oraciones de san Agustín más bonitas de todos los tiempos.

¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé!
Tú estabas dentro de mí, y yo fuera, y por fuera te buscaba, y deforme como era me lanzaba sobre las cosas hermosas por Ti creadas.
Tú estabas conmigo, y yo no estaba contigo.
Me retenían lejos de Ti todas las cosas, aunque, si no estuviesen en Ti, nada serían.
Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera.
Brillaste y resplandeciste, y pusiste en fuga mi ceguera.
Exhalaste tu perfume, y respiré, y suspiro por Ti.
Gusté de Ti, y siento hambre y sed.
Me tocaste, y me abrazó tu paz. 
(Confesiones, 10, 27, 38).



Obras de San Agustín

Recursos agustinianos:

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Teresa de Jesús, en el Libro de la Vida, nos confiesa la influencia de la lectura del libro de las Confesiones tuvo en su proceso de conversión:
 “Como comencé a leer las Confesiones, paréceme me veía yo allí. Comencé a encomendarme mucho a este glorioso santo. Cuando llegué a su conversión y leí cómo oyó aquella voz en el huerto no me parece sino que el Señor me la dio a mí, según sintió mi corazón” (V 9, 8).
 En el libro VIII, capitulo 12, nº. 29, de las Confesiones, Agustín narra el momento en que él, que se encontraba en el huerto o jardín de su residencia de Milán, escuchó una voz infantil (como de una casa vecina) que decía “Toma, lee”, haciendo referencia a la Biblia. Agustín interpretó aquellas palabras como si fueran un mandato divino. Abrió la Sagrada Escritura y leyó el primer pasaje que se ofreció a sus ojos: 
“No en comilonas y embriagueces, no en lechos y en liviandades, no en contiendas y emulaciones sino revestíos de nuestro Señor Jesucristo y no cuidéis de la carne con demasiados deseos“. (Rom. 13, 13). 
Y él afirma: 
“No quise leer más, ni era necesario tampoco, pues al punto que di fin a la sentencia, como si se hubiera infiltrado en mi corazón una luz de seguridad, se disiparon todas las tinieblas de mis dudas”. 
 Esa es la voz a la que la santa se refiere. 
No se trata de una cita directa del libro, sino una alusión a este pasaje. 
 La referencia al lugar (el huertecillo) figura en ese mismo libro VIII, un poco antes, en el capítulo 8, nº 19

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